viernes, 29 de noviembre de 2013

Capitulo 5

Atravesé las puertas de roble con Geibel y me senté en una de las mesas del Gran Comedor, mientras Geibel iba a buscar nuestro desayuno yo intentaba calmarme y no pensar en la escena que acababa de suceder pues necesitaba hacerlo antes de la primera clase pero era inevitable que mi cabeza pensará en ello. No entendía cómo había perdido los estribos de aquella forma, normalmente solía ser tranquila y tenía bastante paciencia pero ese arrogante muchacho había conseguido sacarme de quicio con una simple frase y su sola presencia, era increíble cómo podía sacarme de mis casillas y que sintiese hacia él una gran antipatía pero al mismo tiempo me sentía irremediable atraída hacia él, su sola presencia producía en mi una atracción tan fuerte como la que ejerce la tierra sobre la luna y eso me confundía aún más.
Estaba tan sumida en mis pensamientos sobre ese muchacho que no reparé en que alguien se estaba acercando hasta que no sentí como unas manos me tapaban los ojos.
-¿Adivinas quién soy?- Preguntó una cálida voz en mi oído.
Sonreí al escuchar esa voz alegre y cantarina, esa voz sólo podía pertenecer a una persona y  yo sería capaz de reconocerla a kilómetros de distancia. Quité las manos de mis ojos y me giré para encontrarme frente al rostro de mi mejor amiga, Aleen.
-¡Aleen, has vuelto!- grité llena de felicidad y me tiré hacia ella para abrazarla.
-Por supuesto, no esperabas librarte de mi tan fácilmente ¿verdad?- me respondió ella riéndose mientras me devolvía el abrazo
Me separé de ella y la observé detenidamente, hacía un año que ella se había mudado con sus padres al subclan de Alemania pero seguía estando igual que la última vez que nos vimos, seguía siendo la misma bella y rebelde muchacha de pelo largo y rubio como el sol, ojos marrones, de cuerpo delgado y curvilíneo que hacía que los chicos no pudiesen apartar la mirada de ella. Vestía de forma informal como siempre, pantalones vaqueros, camiseta de grupos de música heavy, converses desgastadas y el pelo recogido en su particular trenza.
Desde pequeña habíamos sido grandes amigas, teníamos un carácter muy parecido aunque Aleen era más rebelde que yo, era una de las mejores alumnas del instituto pero también era la más revolucionaria y rebelde, se pasaba más tiempo castiga o en el despacho de mi padre que en clase por su sinceridad y no saber morderse la lengua a la hora de replicar a los entrenadores.
Aleen se apartó y se sentó junto a mí mientras me lanzaba una mirada evaluadora. No puede evitar sonreír, en este ultimo año la había echado muchísimo de menos, ella junto a Geibel eran mis mejores amigos, aunque debido al carácter tan parecido que ambas teníamos solíamos chocar a veces pero siempre podía contar con ella y confiarle cosas que no era capaz de contarle a Geibel, como los sueños que hacía meses tenía sobre aquél muchacho.
El recuerdo de esos sueños y del encontronazo con Damen hicieron que me sonrojara y frunciese el ceño, gesto que por supuesto no le pasó desapercibido a Aleen.
-Guao estás muy cambiada Aleen, como siguas a ese ritmo ya mismo “La Corte” intentará reclutarte para su grupo- dijo Aleen bromeando
-Lo estoy deseando ansiosamente- le respondí en tono sarcástico y poniendo los ojos en blanco - Sabes que no aguanto a esa panda de niñatos engreídos  ególatras y no mientes al diablo vaya que le den por aparecer.
Aleen adoraba picarme con bromas de ese estilo sobre “La Corte”, era un grupo formado por hijos de las familias más antiguas del clan y que no tenían mezcla de sangre, que eran Hijos de la Luna puros. Muchas familias tenían mezcla de sangre con humanos y otros con Hijos del Sol, lo cual suponía como una deshonra para sus familias; sobre todo los mestizos de sangre lunar y solar cuyos eran desterrados por ambos clanes y obligados a vivir en el mundo humano privados de sus poderes. Cuando los hijos frutos de estas uniones alcanzaban la edad en la que empezaban a desarrollarse sus poderes, eran enviados al clan al que pertenecían sus poderes pero eran tratados como escoria. Los Hijos de la Luna que se unían con humanos si tenían permitido seguir en el Clan pero sus hijos no eran tratados mucho mejor que los otros.
Yo pertenecía a una de las familias con mayor linaje de pureza, los saint- clair y todo el mundo dio por supuesto que inmediatamente entraría en “La Corte”; pero papá, que era un firme defensor de la igualdad entre mestizos, me había inculcado desde pequeña a verlos como iguales y no como inferiores lo que hizo que desde el primer momento tratase con ellos de forma normal, este hecho motivó que “La corte” nunca me quisiera entre sus miembros, tampoco yo lo deseaba; los consideraba un grupo de hipócritas arrogantes crueles que sólo sabía abusar de su poder para intimidar a los mestizos más débiles.
-Tranquila, dudo que esa panda se despierten antes de las 12 un domingo, estarán cansados de una dura semana intimidando a los mestizos y mirándose al espejo diciéndose lo mega-guays que son- me espetó Aleen mirando hacia la puerta como si esperaba que alguno de ellos apareciera entre la multitud que estaba llenando el comedor.
Aleen era una mestiza humana, su padre era un Hijo de la Luna puro pero su madre a pesar de poseer los poderes del nuestra especie era humana, eran muy raros estos casos pero a veces ocurrían, por lo que Aleen era considerada mestiza a pesar de que tanto su madre como su padre tenían poderes. Pero ella no tenía que aguantar el acoso de “La Corte”, era una de las mejores alumnas que había y con sólo 20 años estaba a punto de lograr entrar a formar parte de la guardia, por lo que la mayoría de los miembros de este grupo le tenían respeto y algo de miedo.
Las dos rompimos a reír estrepitosamente sin darnos cuenta que alguien se acercaba a nuestra mesa.
-¿Qué es lo que os hace tanta gracia? Contadme a mí también el chiste- dijo Geibel a nuestras espaldas mientras soltaba la bandeja con el desayuno.
Las dos pegamos un salto en el asiento sobresaltadas pero Aleen se levantó gritando de alegría y se lanzó sus brazos a su cuello para abrazarlo.
- Aleen, ya sé que soy increíblemente irresistible, pero no hace falta que me estrangules, ¿Es que Bianca te ha dado clases de cómo atacar a los hombres?- masculló Geibel mientras le devolvía el abrazo estrangulador entre risas- Me alegro muchísimo de que estés de vuelta.
- Y  yo de volver por fin a casa - respondió Aleen mientras lo soltaba y se volvía a sentar entre medias de los dos- No os imagináis lo aburrido que es el subclan de Alemania sin vosotros y el frío que allí hace, pero ¿Qué es eso de atacar a hombres, Bianca?
Geibel abrió la boca para responderle pero yo me adelanté
-¿Cómo es que has vuelto?- Le pregunté  antes de que Geibel pudiese responder a su pregunta- Mi padre me dijo que aún tardaríais un mes más en volver.
-Bueno si - me respondió Aleen olvidándose de su pregunta- esa era nuestra intención pero mi padre tuvo que volver rápidamente para informar a tu padre sobre los ataques sucedidos en varios subclanes
Geibel y yo nos miramos y él preguntó preocupado
-¿Los Hijos del Sol han vuelto a atacar más subclanes de los nuestros?
- No - los ojos de Aleen se oscurecieron- Esos ataques no fueron cosa de ellos, de hecho ellos también están siendo atacados, al menos eso es lo que le dijo el jefe de su clan a mi padre
- Entonces si ellos no son, ¿quién tiene interés en atacar a ambos clanes? – Pregunté desconcertada- Que yo sepa no tenemos más enemigos
- Si que los tenemos- susurró Geibel, su rostro había palidecido- Los Hijos del Sol y los Hijos de la Luna tenemos y enemigo en común, los Shakarts.
- Si – dijo Aleen, su rostro había adquirido una seriedad que pocas veces había visto en él- ese mismo nombre es el que nos dijo el jefe de los Hijos del Sol.
- Pero eso es imposible- respondió Geibel- los Shakarts fueron aniquilados hace décadas, los Hijos del Sol y los de la Luna unieron sus fuerzas en una alianza y los derrotaron
- Nadie entiende cómo han sobrevivido, pero los ancianos aseguran que son ellos- informó Aleen- están intentando que ambos clanes se vuelvan a unir para combatir pues creen que se avecina una nueva guerra, de hecho enviaron a Damen, el jefe de los Hijos del Sol para que hablase personalmente con Víctor, no sé cuánto tardará en llegar.
-Ya ha llegado, esta mañana- le respondí con voz entrecortada y las mejillas sonrojadas
Aleen y Geibel me miraron sorprendidos
- Bianca, ¿Cómo lo sabes? Si ni siquiera lo conoces - preguntó confusa Aleen
- Eso - dijo Geibel también confundido- ¿Acaso tu padre te refirió algo?
- No - respondí- Lo sé porque el estúpido engreído con aires de superioridad al que casi quemo la cabeza antes en el corredor, era él.