Atravesé las puertas de roble con Geibel y me senté en una
de las mesas del Gran Comedor, mientras Geibel iba a buscar nuestro desayuno yo
intentaba calmarme y no pensar en la escena que acababa de suceder pues
necesitaba hacerlo antes de la primera clase pero era inevitable que mi cabeza
pensará en ello. No entendía cómo había perdido los estribos de aquella forma,
normalmente solía ser tranquila y tenía bastante paciencia pero ese arrogante
muchacho había conseguido sacarme de quicio con una simple frase y su sola
presencia, era increíble cómo podía sacarme de mis casillas y que sintiese
hacia él una gran antipatía pero al mismo tiempo me sentía irremediable atraída
hacia él, su sola presencia producía en mi una atracción tan fuerte como la que
ejerce la tierra sobre la luna y eso me confundía aún más.
Estaba tan sumida en mis pensamientos sobre ese muchacho que
no reparé en que alguien se estaba acercando hasta que no sentí como unas manos
me tapaban los ojos.
-¿Adivinas quién soy?- Preguntó una cálida voz en mi oído.
Sonreí al escuchar esa voz alegre y cantarina, esa voz sólo
podía pertenecer a una persona y yo
sería capaz de reconocerla a kilómetros de distancia. Quité las manos de mis
ojos y me giré para encontrarme frente al rostro de mi mejor amiga, Aleen.
-¡Aleen, has vuelto!- grité llena de felicidad y me tiré
hacia ella para abrazarla.
-Por supuesto, no esperabas librarte de mi tan fácilmente
¿verdad?- me respondió ella riéndose mientras me devolvía el abrazo
Me separé de ella y la observé detenidamente, hacía un año
que ella se había mudado con sus padres al subclan de Alemania pero seguía
estando igual que la última vez que nos vimos, seguía siendo la misma bella y
rebelde muchacha de pelo largo y rubio como el sol, ojos marrones, de cuerpo
delgado y curvilíneo que hacía que los chicos no pudiesen apartar la mirada de
ella. Vestía de forma informal como siempre, pantalones vaqueros, camiseta de
grupos de música heavy, converses desgastadas y el pelo recogido en su
particular trenza.
Desde pequeña habíamos sido grandes amigas, teníamos un
carácter muy parecido aunque Aleen era más rebelde que yo, era una de las
mejores alumnas del instituto pero también era la más revolucionaria y rebelde,
se pasaba más tiempo castiga o en el despacho de mi padre que en clase por su
sinceridad y no saber morderse la lengua a la hora de replicar a los
entrenadores.
Aleen se apartó y se sentó junto a mí mientras me lanzaba
una mirada evaluadora. No puede evitar sonreír, en este ultimo año la había
echado muchísimo de menos, ella junto a Geibel eran mis mejores amigos, aunque
debido al carácter tan parecido que ambas teníamos solíamos chocar a veces pero
siempre podía contar con ella y confiarle cosas que no era capaz de contarle a
Geibel, como los sueños que hacía meses tenía sobre aquél muchacho.
El recuerdo de esos sueños y del encontronazo con Damen
hicieron que me sonrojara y frunciese el ceño, gesto que por supuesto no le
pasó desapercibido a Aleen.
-Guao estás muy cambiada Aleen, como siguas a ese ritmo ya
mismo “La Corte” intentará reclutarte para su grupo- dijo Aleen bromeando
-Lo estoy deseando ansiosamente- le respondí en tono
sarcástico y poniendo los ojos en blanco - Sabes que no aguanto a esa panda de
niñatos engreídos ególatras y no mientes
al diablo vaya que le den por aparecer.
Aleen adoraba picarme con bromas de ese estilo sobre “La
Corte”, era un grupo formado por hijos de las familias más antiguas del clan y
que no tenían mezcla de sangre, que eran Hijos de la Luna puros. Muchas
familias tenían mezcla de sangre con humanos y otros con Hijos del Sol, lo cual
suponía como una deshonra para sus familias; sobre todo los mestizos de sangre
lunar y solar cuyos eran desterrados por ambos clanes y obligados a vivir en el
mundo humano privados de sus poderes. Cuando los hijos frutos de estas uniones
alcanzaban la edad en la que empezaban a desarrollarse sus poderes, eran
enviados al clan al que pertenecían sus poderes pero eran tratados como
escoria. Los Hijos de la Luna que se unían con humanos si tenían permitido
seguir en el Clan pero sus hijos no eran tratados mucho mejor que los otros.
Yo pertenecía a una de las familias con mayor linaje de
pureza, los saint- clair y todo el mundo dio por supuesto que inmediatamente
entraría en “La Corte”; pero papá, que era un firme defensor de la igualdad
entre mestizos, me había inculcado desde pequeña a verlos como iguales y no
como inferiores lo que hizo que desde el primer momento tratase con ellos de
forma normal, este hecho motivó que “La corte” nunca me quisiera entre sus
miembros, tampoco yo lo deseaba; los consideraba un grupo de hipócritas
arrogantes crueles que sólo sabía abusar de su poder para intimidar a los
mestizos más débiles.
-Tranquila, dudo que esa panda se despierten antes de las 12
un domingo, estarán cansados de una dura semana intimidando a los mestizos y
mirándose al espejo diciéndose lo mega-guays que son- me espetó Aleen mirando
hacia la puerta como si esperaba que alguno de ellos apareciera entre la
multitud que estaba llenando el comedor.
Aleen era una mestiza humana, su padre era un Hijo de la
Luna puro pero su madre a pesar de poseer los poderes del nuestra especie era
humana, eran muy raros estos casos pero a veces ocurrían, por lo que Aleen era
considerada mestiza a pesar de que tanto su madre como su padre tenían poderes.
Pero ella no tenía que aguantar el acoso de “La Corte”, era una de las mejores
alumnas que había y con sólo 20 años estaba a punto de lograr entrar a formar
parte de la guardia, por lo que la mayoría de los miembros de este grupo le
tenían respeto y algo de miedo.
Las dos rompimos a reír estrepitosamente sin darnos cuenta
que alguien se acercaba a nuestra mesa.
-¿Qué es lo que os hace tanta gracia? Contadme a mí también
el chiste- dijo Geibel a nuestras espaldas mientras soltaba la bandeja con el
desayuno.
Las dos pegamos un salto en el asiento sobresaltadas pero
Aleen se levantó gritando de alegría y se lanzó sus brazos a su cuello para
abrazarlo.
- Aleen, ya sé que soy increíblemente irresistible, pero no
hace falta que me estrangules, ¿Es que Bianca te ha dado clases de cómo atacar
a los hombres?- masculló Geibel mientras le devolvía el abrazo estrangulador
entre risas- Me alegro muchísimo de que estés de vuelta.
- Y yo de volver por
fin a casa - respondió Aleen mientras lo soltaba y se volvía a sentar entre
medias de los dos- No os imagináis lo aburrido que es el subclan de Alemania
sin vosotros y el frío que allí hace, pero ¿Qué es eso de atacar a hombres,
Bianca?
Geibel abrió la boca para responderle pero yo me adelanté
-¿Cómo es que has vuelto?- Le pregunté antes de que Geibel pudiese responder a su
pregunta- Mi padre me dijo que aún tardaríais un mes más en volver.
-Bueno si - me respondió Aleen olvidándose de su pregunta-
esa era nuestra intención pero mi padre tuvo que volver rápidamente para
informar a tu padre sobre los ataques sucedidos en varios subclanes
Geibel y yo nos miramos y él preguntó preocupado
-¿Los Hijos del Sol han vuelto a atacar más subclanes de los
nuestros?
- No - los ojos de Aleen se oscurecieron- Esos ataques no
fueron cosa de ellos, de hecho ellos también están siendo atacados, al menos
eso es lo que le dijo el jefe de su clan a mi padre
- Entonces si ellos no son, ¿quién tiene interés en atacar a
ambos clanes? – Pregunté desconcertada- Que yo sepa no tenemos más enemigos
- Si que los tenemos- susurró Geibel, su rostro había
palidecido- Los Hijos del Sol y los Hijos de la Luna tenemos y enemigo en
común, los Shakarts.
- Si – dijo Aleen, su rostro había adquirido una seriedad
que pocas veces había visto en él- ese mismo nombre es el que nos dijo el jefe
de los Hijos del Sol.
- Pero eso es imposible- respondió Geibel- los Shakarts
fueron aniquilados hace décadas, los Hijos del Sol y los de la Luna unieron sus
fuerzas en una alianza y los derrotaron
- Nadie entiende cómo han sobrevivido, pero los ancianos
aseguran que son ellos- informó Aleen- están intentando que ambos clanes se
vuelvan a unir para combatir pues creen que se avecina una nueva guerra, de
hecho enviaron a Damen, el jefe de los Hijos del Sol para que hablase
personalmente con Víctor, no sé cuánto tardará en llegar.
-Ya ha llegado, esta mañana- le respondí con voz
entrecortada y las mejillas sonrojadas
Aleen y Geibel me miraron sorprendidos
- Bianca, ¿Cómo lo sabes? Si ni siquiera lo conoces -
preguntó confusa Aleen
- Eso - dijo Geibel también confundido- ¿Acaso tu padre te
refirió algo?
- No - respondí- Lo sé porque el estúpido engreído con aires
de superioridad al que casi quemo la cabeza antes en el corredor, era él.