jueves, 4 de abril de 2013

Prefacio


Nunca me había detenido a pensar cómo iba a morir, aunque en toda mi vida la muerte siempre había estado presente, jamás me detuve un instante a pensar en cómo podría ser, pero de haberlo hecho jamás fuera imaginado que sería de esta forma.
Siempre supe que era especial, que no era una chica como el resto,  que mi nacimiento fue el principio de algo importante; mi clan siempre me lo recordaba, que yo era la elegida, la hija de la luna nacida en Luna de Sangre y estaba destinada para cumplir la profecía. Pero se equivocaron en eso, ahora lo sabía.
No había nacido para salvar a mi clan y llevarlo a la victoria en esta guerra santa, había nacido para detenerla y mi destino no era salvarlos a ellos, sino para salvarlo a él; mi enemigo más mortal, al que me enseñaron a odiar desde la infancia y al que me une algo más poderoso que el odio y rencor milenario: el amor.

Miré a mi asesino a los ojos y él me lanzó una sonrisa de triunfo y se dirigió a mi lentamente, yo le sonreí, supongo que morir por la persona que amas, sacrificar tu vida a cambio de la suya es una buena forma de morir, cerré los ojos y empecé a recordar el principio de todo mientras esperaba que mi asesino asestara el golpe final y acabara conmigo.

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