Me desperté agitada, otra vez el mismo sueño, llevaba
soñando lo mismo desde hacía meses, soñando con aquel muchacho de ojos verdes
esmeralda, cabello plateado, piel pálida y cuerpo escultural, pero lo que más
me llamaba la atención de él no era su espectacular físico, sino el brillo que
desprendía su mirada; era magnético y atrayente; estaban llenos de vida y
también de un misterio que me atrapaban en ellos, me hipnotizaban de tal manera
que no podía apartar la mirada de ellos, y la marca que llevaba en su
espalda, una triqueta idéntica a la que
yo también tenía. Ningún Hijo de la Luna tenía una marca igual a la mía, ella
era la culpable de que yo fuera “especial” y el verla en la espalda de aquel
muchacho, me turbaba e inquietaba de una manera sorprendente y me hacía pensar
si en verdad existiría la posibilidad de que yo no fuese la única con ese
destino que los ancianos del clan decían que debía seguir.
Me levanté de mi cama y miré el despertador, eran las 6 de
la mañana, todavía era temprano para bajar al comedor a desayunar , me dirigí
hacia la ventana y miré a través de ella, el cielo estaba de color anaranjado,
la luz de los primeros rayos de sol se filtraban a través de las ramas del
bosque, iluminando las gotas de lluvia que la tormenta de la noche anterior
habían dejado en las hojas, era una vista realmente hermosa, siempre solía ser
bonita, pero ese día era especial, los rayos de sol desprendía un matiz
especial casi mágico y eso despertó en mi el deseo de salir a pasear por el
bosque del castillo.
Me dirigí al baño, me desnudé y me metí dentro de la ducha,
abrí el grifo y dejé que el agua caliente recorriera mi cuerpo mientras cerraba
los ojos e intentaba relajarme. Cuando empecé a sentir que la tensión que el
sueño había dejado en mis músculos empezaba a desaparecer, abrí los ojos y salí
de la ducha, envolví mi cuerpo con la toalla y me dirigí de nuevo hacia mi
habitación para vestirme. Me puse unos vaqueros y una camiseta de manga corta
básica, siempre me gustaba vestir de forma sencilla, a mi estilo, no me gustaba
destacar más de lo necesario, es más lo odiaba; siempre había sido el centro de
atención sin yo en verdad desearlo, por eso mi sueño era poder pasar
desapercibida, ser como los demás chicos de mi clan, poder salir y entrar a mi
antojo, sin tener que soportar siempre la vigilancia a la que me sometían.
Me miré al espejo y esté me devolvió el reflejo de una chica
de 20 años, de estatura media, complexión delgada, cabello largo y negro como
el ébano, ojos de un azul tan intenso como el zafiro, piel blanca como el
marfil y labios finos y pequeños; lancé
un pequeño suspiro y comencé a recogerme el cabello en una cola alta, dejando
unos cuantos mechones sueltos; nunca me había gustado mi aspecto, me hacia
destacar demasiado, mi piel pálida chocaba con el contraste de pieles morenas
que predominaban en todos los miembros del clan, una gran contrariedad teniendo
en cuenta que somos Hijos de la Luna, de la diosa pálida; lo único de lo que
estaba orgullosa de poseer eran mis ojos, mi padre siempre me decían que eran
idénticos a los de mi madre, que poseían su mismo brillo y fortaleza y eso hacía
que me sintiera más cerca de ella, ya que ella murió cuando apenas tenía unos
meses de vida.
Aparté la mirada del espejo, prefería no pensar en eso, cada
vez que recordaba a mi madre me entristecía y mi odio hacia los Hijos del Sol
afloraba de nuevo, ellos fueron la que me la arrebataron, ellos la mataron
cuando intentaba defender a mi clan y defenderme a mí; ellos me la arrebataron
de mi lado, por su culpa tuve que crecer sin su cariño mientras veía como los
demás niños tenían el cariño de sus madres; es cierto que tenía a mi padre y
que él me quería con locura, pero no era lo mismo; papá casi siempre estaba
reunido o viajando y apenas tenía tiempo para mí, esa era la gran desventaja de
que fuera el jefe del clan.
Mientras pensaba en todo eso, me puse la cazadora y salí de
mi habitación rumbo hacia el bosque. El castillo estaba desierto, el silencio
reinaba en sus pasillos de piedra desnuda; todavía estaban todos durmiendo, así
que salí despacio intentando no hacer ruido, papá no quería que saliera nunca
sin vigilancia y me tenía totalmente prohibido adentrarme en el bosque, decía
que era demasiado peligroso para mí.
Salí del castillo y me dirigí hacia el interior del bosque,
adoraba pasear por él; me transmitía una paz y tranquilidad que sólo podía encontrar
en él, anduve hacia su corazón y llegué a un prado inmenso, lleno de flores
silvestres. Lo había descubierto hacía unos meses, en una de mis excursiones
matinales furtivas y desde que lo había encontrado era mi lugar predilecto.
Me tumbé en la hierba, cerré los ojos y me sumergí en mis
pensamientos, volví a recordar el sueño de aquella noche y de tantas otras
desde que cumplí los 20 años; siempre era el mismo, era de noche y la luna
llena brillaba en el cielo, era luna de sangre y su matiz rojo hacía que me
sintiese poderosa, mi fuego prendía de mis manos con más fuerza de la habitual
y con un extraño color verdoso que daba a mi piel un extraño brillo, me sentía
hermosa y segura de mi misma como nunca antes, de repente una mano cálida me
acarició la mejilla y fue descendiendo por mi cuello hacia mi pecho para
terminar en mi cintura, su tacto era cálido y electrizante, despertaba en mi
piel el más puro deseo y anhelo, sabía a quién pertenecía esas manos, sonreí y
me volví, ahí estaba él, sus ojos desprendían el mismo deseo y anhelo que yo
sentía, su sonrisa era capaz de atraparme y volverme loca, sus dulces labios
despertaban la lujuria dormida en mí, el sonrió y acercó su boca a mi cuello y
a mi oído susurrando unas palabras que no entendía pues mi cabeza sólo pensaba
en besar sus labios, sentía que el tenia el mismo deseo y busqué sus labios con
ansia animal y los besé pero en el momento que mi boca tocaban sus labios
siempre despertaba; eso me turbaba e inquietaba; quería saber quién era él, por
qué me hacía sentir así, suspiré e intenté relajarme pero de repente escuché crujir las ramas y
sentí como si alguien me observara. Me levanté rápidamente y empecé a correr
hacia el castillo, sentía a mi espalda como alguien me perseguía, cada vez lo
tenía más cerca; intenté correr más rápido, pero era inútil, fuera quién fuera
era bastante más rápido que yo. Empecé a concentrarme para lanzarle una
llamarada de mi fuego, pero antes incluso de que mis manos prendiesen, mi
atacante se abalanzó contra mí y me tumbó en el suelo.
-¡Suéltame!-grité mientras intentaba zafarme de su agarre y
prender mis manos- ¡Te lo advierto, suéltame o te arrepentirás!
- Si te tranquilizas te soltaré, pero primero cálmate y deja
de gritar o tendré que taparte la boca- me respondió mi atacante- y te
recomiendo que no intentes prender tu fuego.
-¡Me tranquilizaré cuando a mí me dé la gana!- dije con
furia, entonces un rayo de luz solar se filtró entre las ramas de los árboles,
permitiéndome poder ver su rostro. En cuanto lo vi me quedé petrificada y dejé
de gritar, sus ojos eran de un poderoso color esmeralda, brillantes, intensos y
atrayentes; eran sus ojos, los ojos del muchacho que aparecía desde hacía meses
en mi sueños, aquél que era capaz de hacerme enloquecer con el simple tacto de
sus manos, cuyos labios deseaba besar noche tras noche, el que llevaba casi 10
meses anhelando en secreto que llegase a mi vida.
Me gusta me gusta, lo expresas todo muy bien, con lujo de detalles y con ese toque de fantasía, de irrealidad que nos gusta jejeje pero me ha sorprendido un poco algo... como es que siendo hija de la luna tiene el poder del fuego? es contradictorio pero de igual forma mola. Se supone entonces que sus enemigos son los hijos del sol no? vamos los malos quiero decir, y que rápido has sacado al principe de los sueños de la chica eh! jijiji :p Genial ;)
ResponderEliminarno has cambiado nada no? sigue siendo igual de corto que la última vez xD i sí es contradictorio fuego con luna.. io le pondría aire o agua.. i a los del sol fuego o tierra
ResponderEliminarno está nada mal pero io la hubiera alargado más i la hubiera descrito màs a fondo todo porque eso para mí parece el prólogo xD pero bueno es pasable